El envejecimiento cutáneo es el conjunto de modificaciones que se suceden en el organismo como consecuencia del paso del tiempo. Es un proceso fisiológico genéticamente programado. Este proceso es acelerado por factores internos y externos como el sol, el viento, el frío y la sequedad.
Durante el envejecimiento la piel sufre una serie de alteraciones a nivel dermis y epidermis, a la vez hay una reducción de tejido graso subcutáneo.
El envejecimiento se caracteriza por una disminución de la actividad celular y como consecuencia de la renovación de los tejidos.
En la dermis el colágeno es menos soluble y más duro, la elastina pierde sus propiedades, se fragmenta.
Los fibroblastos modifican su estructura y funcionan incorrectamente.
Disminuye la cantidad de agua en la sustancia fundamental por lo que esta se gelidifica. Los vasos sanguíneos se esclerosan y disminuye la micro circulación capilar, como resultado, la dermis se vuelve fibrosa y las papilas dérmicas se atrofian.
En la epidermis disminuye la tasa de renovación celular, hay menos síntesis de queratina. Disminuye el funcionamiento de las glándulas sebáceas y sudoríparas, porque la emulsión epicutánea posee una menor capacidad de protección.
Una parte de los melanocitos aumentan su actividad, mientras que otros se atrofian.
Estos mecanismos se agraban por la falta de riego sanguíneo en la papila dérmica. A consecuencia de todo esto, la epidermis está adelgazada y la capa córnea tiene menos capacidad de retención de agua, perdiendo su flexibilidad, a la vez que aparecen manchas cutáneas.
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